Mueves todo y vas quemando a tu paso lo que no funciona. Constantemente te pones más distante, quizás te desesperás. La vida una vez más te dijo que no, qué ironía. El no es algo que nunca aceptaste, algo que quisiste eliminar de tu vocabulario. No podrías enfrentar el fracaso, no podrías crecer; resultó más cómo estancarse en una vieja situación e ir renovándola que abrirse a algo nuevo.
Necesitabas carne nueva, más fácil de dominar. Necesitabas alguien que sea considerado menos que vos, alguien que asi te pudiera idolatrar y a quien vos pudieras moldear como lo que de verdad querés.
Esta vez la vida dijo que no, yo te digo que no...que ya no te tengo miedo.
Me dejó de importar la cercanía o alejamiento que haya; comencé a preocuparme por cosas que demostraron ser más valiosas que un puñado de caprichos. Ya era hora de crecer, de madurar y de elegir...