La llamada de tus labios no cesa, tu impío cuerpo no para de moverse. Es el fuego que se desata y otra vez vuelve a llamar. Es esa mentirosa necesidad que nos incendia cada noche, una y otra vez.
Es la hora de atender al llamado, de contestar. No tengo una respuesta efectiva y por eso siempre nos enzarzamos en la misma lucha. Todo se debate entre el si y el no. Qué cotidiana es la salida, ese no saber qué decir que nos tapa la boca.
Esta vez llego y quiero decir que no, pero las palabras no me salen. Es el fuego de tu alma que se impone ante mi y me controla. Es la falta de fuerzas para negarme a tu cara.
No puedo, y quizás no quiero alejarme de ella. De una forma u otra seguimos atados, compenetrados.
Es el fuego ... que nos habla y nos dice que nunca se sale del primer amor, que donde estuvo ese fuego, cenizas quedaron y que nosotros todas las noches no impedimos que se avive la llama.
Es el fuego ... que no quiere dejar de arder, que no se deja apagar y dia tras dia nos vuelve a enzarzar.